Autora: Laia Sánchez Casals
Citilab Cornellà
La situación generada por el COVID-19 y la crisis sanitaria y económica, hace hoy más urgente llamar a la comunidad universitaria a formar parte de la construcción de futuro en los ecosistemas de innovación social y ciudadana.
La universidad ya forma parte de este ecosistema con iniciativas puntuales desde facultades, departamentos y por parte de profesorado pionero, que aún puede desplegarse con mucho más alcance e impacto. Tal y como la configuración de esta nueva Red de universidad e innovación pública se propone, quiere articular una mayor implicación, que permita reforzar el papel de la universidad para fomentar de forma decisiva la universalización y democratización del este sistema.
Para lograrlo necesitamos una universidad que esté dispuesta a abrirse y reconectarse bajo formas de relación más horizontales. También necesita abrir sus propios procesos de de co-diseño y co-creación internos para implicarse en su entorno.
Esta apertura y responsabilidad enlaza con las iniciativas de RRI, el Open Access, la transferencia a empresas y administración pública, laboratorios de fabricación o programas de ciencia ciudadana pero, sobretodo, necesitamos una implicación mucho más importante desde los rectorados y decanatos que impulsen de forma decidida la incorporación del profesorado y alumnado en los procesos de “innovación forzosa” a la que nos vemos abocados con los cambios y tensiones que nos atraviesan tras el COVID19.
Además de reconocer y promover la participación de los estudiantes, profesores y grupos de investigación en los laboratorios temporales existentes o co-organizados por la universidad, es fundamental que se dé protagonismo e impulso a los proyectos realizados por el alumnado ya sea supervisados desde asignaturas o por tutores dedicados como ocurre con los trabajos de fin de grado (TFG) o fín de máster (TFM).
Estos deben ser el lugar donde aplicar las competencias adquiridas, conectando su conocimiento con sus motivaciones y alineándose con aquellos retos y misiones de la Agenda 2030. Desde Citilab ya estamos trabajando en esta dirección con los alumnos de los institutos públicos de Cornellà. Sabemos que es posible hacerlo y que su potencial transformador es ilusionante y necesario.
Es fundamental que el alumnado conecte sus proyectos a los retos a los que quiere dar respuesta desde el inicio de la investigación. Esto implica trabajar la responsabilidad, y da dirección y sentido al proyecto y también al esfuerzo. Así es cómo podemos reconectar a la universidad con su entorno. Ellos y ellas, los jóvenes son los mejores conectores porque siguen enraizados en su entorno, y porque a partir de sus motivaciones e intereses se pueden generar experiencias de aprendizaje más significativas, de gran impacto social.
Este alineamiento, no implica muchos más recursos docentes, ni más horas de dedicación, ni más tutores, implica un nuevo enfoque y una nueva forma de organización, que facilite incorporar los métodos propios de la innovación abierta, los living labs y los laboratorios ciudadanos.
Ante la profundidad de la crisis actual que estamos atravesando, debemos vivir con una nueva imposibilidad, los jóvenes no podrán ir a estudiar o a trabajar fuera del país para construir su futuro, como sucedió en la crisis anterior. Por eso, ahora, nuestro nuevo reto será implicarnos con nuestros jóvenes para que construyan junto a nosotras la sociedad que queremos con oportunidades para todas. Una sociedad responsable con los vulnerables y con el medio ambiente, y que defienda una democracia más fuerte donde la innovación ciudadana sea un derecho para construir proyectos vitales y futuro.
Artículo enviado como contribución al «Manifiesto de innovación pública desde las universidades». Si lo deseas, puedes enviar tus aportaciones.
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