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«Innovación pública desde las universidades: algunos desafíos» por Blanca Miedes Ugarte

Autora: Blanca Miedes Ugarte

Laboratorio de Innovación Social y Emprendimiento-Universidad de Huelva.

Laboratorio de iniciativas de Innovación Socioecológica- Observatorio Iberoamericano de Desarrollo Sostenible y Cambio Climático-La Rábida.

Hace unos meses oí a @FerminCerezo, uno de los referentes actuales de la innovación pública en el estado español, que la innovación no va de tener ideas, sino de aplicarlas y creo que es en este terreno donde la universidad se enfrenta a un doble desafío. El primero es el de las ideas. La cuestión es si nos estamos haciendo las preguntas que realmente necesitamos hacernos en este mundo VICA (vunerable, incierto, complejo, ambiguo), un mundo cuya insostenibilidad llama a transformaciones radicales. Y el reto de la universidad en este sentido es activar la imaginación colectiva, pues nadie dispone de todas las respuestas y todo el mundo dispone de alguna, posibilitando la emergencia de nuevas recomposiciones de lo que es posible. Se trata de aprender a hacernos colectivamente, multidisciplinarmente, transectorialmente, con el concurso de la ciudadanía, preguntas más ambiciosas, de dejar a un lado por un momento el imaginario de la ciencia ficción para permitirnos pensar en una sociedad ficción: ¿cómo vivir en un espacio socialmente justo y ambientalmente seguro?

Y aquí llega el segundo desafío, cómo convertir esas nuevas ideas en la práctica, cómo contribuir a generar cambios (no solo tecnológicos), basados en conocimientos (no solo científicos), que generen valor (no solo de mercado), como diría la famosa definición de la Fundación COTEC. Y aquí la universidad tiene todo que aportar y tiene mucho que aprender, al menos en tres campos:

En primer lugar, como institución pública en sí misma, como administración de servicios a la investigación la docencia y la transferencia. Aquí lo prioritario es que las universidades se conecten a las redes de innovación de las administraciones públicas ya en marcha para trasnformarse en administraciones a la altura de las oportunidades y necesidades del siglo XXI.

En segundo lugar, está el reto de transformar los sistemas de transferencia de conocimientos en auténticos sistemas de co-creación abiertos, de investigación-acción, interna (docencia y colaboración trasndisciplinar) y externa (con el resto actores sociales), creando los espacios presenciales y virtuales necesarios.

En tercer lugar, está el desafío de la construcción de las alianzas y pasarelas necesarias para conectar a los sectores públicos con la energía social de la innovación ciudadana. Un cometido clave aquí es identificar y ayudar a visibilizar las prácticas innovadoras más prometedoras –sean estilos de vida, fórmulas empresariales, formas de organización laboral o social, desarrollos científicos y tecnológicos, mercados, necesidades sociales–y generar los marcos propicios para que estas iniciativas se conecten, prototipen, experimenten, aprendan, se desarrollen y desplieguen todo su potencial, a la vez que se evalúen sus impactos y riesgos asociados. En esta labor de conexión los Laboratorios de innovación social y ciudadana universitarios están llamados a jugar un papel fundamental.

Artículo enviado como contribución al «Manifiesto de innovación pública desde las universidades». Si lo deseas, puedes enviar tus aportaciones.

Foto de Jukan Tateisi en Unsplash

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