Turismo y nuevas tecnologías: ¿una pareja bien avenida?

Por Inmaculada Mengual Bernal

Partimos de un modelo de turismo que ha aportado grandes bondades a la economía desde décadas. Su fortaleza es tal que este modelo de negocio del sector turístico sigue plenamente en vigor y, expandido por todo el mundo. Pero la denominada Era Digital y, con ella, la consolidación de las nuevas tecnologías, ha cambiado la forma de viajar de forma radical. Y, ante ello surge una tesitura: ¿Es posible viajar sin aplicaciones? Esta respuesta se antoja a priori complicada cuando ya, al Big Data se le conoce como el <> aludiendo con ello a la riqueza que puede aportar. Se suma, además, un segundo factor que opera también como punto de inflexión en el turismo que viene constituido por la alta concentración de turistas en ciertos destinos que ponen sobre la mesa el dilema de la sostenibilidad del mismo a modo de alertas. Estos cambios están incluso replanteando algunos parámetros y políticas turísticas que hasta ahora se consideraban inamovibles sine die.

Para resolver las cuestiones formuladas, tomamos las enseñanzas de los antiguos griegos porque, desde su sabiduría, ponen el acento en cuán importante es el factor humano en la vida, elevado a la condición de sagrado: “Homo sacra res homini” sentenciaba Séneca; E igualmente importante en este sector del turismo que no es sino un encuentro y acercamiento entre culturas y gentes.

La respuesta a las anteriores tesituras se condensa en una frase afirmativa: “También se puede viajar sin apps”. Esta propuesta queda fundamentada con ejemplos de nuevas prácticas e iniciativas (pe. en Jerusalén, Tenerife, etc.) en los que sí se ha inclinado la balanza por el fomento de las experiencias humanas en los destinos de manera tal, que sea precisamente el leitmotiv del viaje. Esto es, que sea aquello que cuando, de regreso a un turista le formulen qué es lo que más le gustó; qué rato recuerda con emoción; qué recomendaría, etc. sin titubear, la respuesta sea: la convivencia con la gente del lugar donde estuvo. Se apela al saber popular que condensa el sabio refranero: “quien tiene un amigo, tiene un tesoro” porque siempre es un valor añadido poder conocer un nuevo país o ciudad de la mano de uno de sus habitantes, en la cercanía de su día a día, de sus costumbres, sus saberes, etc.
Por ello, las nuevas tecnologías (homo spaiens) son bienvenidas, aportan gran utilidad de orden práctico en los viajes (antes, durante y después para compartir experiencias) pero, el plus de enriquecimiento viene del factor humano, pues no se puede obviar que el contacto con las gentes (homo viator) es una de las grandes aportaciones de los viajes. Y se retoma como al principio la visión a las enseñanzas clásicas, en especial a una de ellas contenida en el oráculo de Delfos: “nada en demasía”, esto es, la búsqueda del justo término entre viajar con y sin apps, para lograr así una <> del turismo y de sus protagonistas.

Turismo y nuevas tecnologías: ¿una pareja bien avenida?