Microrrelato en red. Intermedialidad y redes de interacción en la cultura textovisual
Por Ana Calvo Revilla
Universidad CEU San Pablo
La incidencia de las nuevas tecnologías en el ámbito literario, tradicionalmente analógico, es elevada y una realidad imperante en todos los géneros, también en el microrrelato, que se halla en el eje del universo narrativo digital. El cuarto género literario narrativo, como lo ha denominado con gran acierto Irene Andres-Suárez, con su brevedad y fractalidad, se ha adaptado con flexibilidad a los nuevos formatos y soportes digitales y ha encontrado en el entorno digital un nicho privilegiado, donde puede explotar sus potencialidades. La proliferación y difusión del microrrelato en el ciberespacio (en la blogosfera y en las redes sociales, etc., que actúan como plataformas de publicación digital) es muestra de la capacidad que reviste para reflejar su carácter proteico e integrar elementos multimedia, algunos procedentes de la cultura textovisual.
La interacción entre textualidad y visibilidad tensa el juego lúdico y expande el significado que cada elemento tendría individualmente, hasta generar una microforma narrativa literaria híbrida e intermedial, que enfatiza las resonancias imaginarias. Microrrelato e imagen pueden ser contemplados de un solo golpe de vista en una unidad perceptiva, en la que cobran relevancia tanto la trama visual –el entramado coherente de significantes visuales (cromatismo, textura, composición, etc.), de los que derivan las cualidades plástico-estético-sensoriales–, el sentido iconográfico y simbólico, que adquieren en el universo cultural en que se enmarcan, y la invisibilidad poética subyacente. Esta interacción es enriquecedora también desde la experiencia lectora, dado que se incrementan los procedimientos de dotación de sentido a los vacíos generados por los diversos códigos sígnicos artísticos (auditivos, visuales, etc.).
